Hoy he leído en la prensa nacional que los jóvenes ya no quieren hacer ciencia en España. Que desde 1997 ha habido una caída del 30% en el número de alumnos matriculados en carreras de ciencias puras (matemáticas, físicas, químicas y biológicas) y que hay universidades pequeñas que están al borde del colapso en este tipo de carreras por falta de matriculaciones.
Según Joan Guinovart, presidente de la Confederación de Sociedades Científicas de España, la razón es que los científicos han fracasado porque han dejado que se piense que la ciencia es algo aburrido y metódico; es decir, no se vende bien.
No estoy de acuerdo. Desde mi punto de vista, el problema es la rentabilidad de la ciencia a nivel práctico. ¿Quién en su sano juicio estudia 5 años de carrera y 3 ó más de doctorado, para terminar siendo mileurista como becario de un director de postgrado durante un número indeterminado de años, para, lo peor de todo, luego seguir siendo un poquito menos mileurista?. El problema es que en otros países la ciencia se valora en su justa medida, en España estudiar una carrera de ciencias está tan mal pagado que no sale a cuenta y la gente por encima de la iluminación del entendimiento, primero ha de comer.
La gente dedicada a la ciencia y a la técnica debería ser la mejor pagada, los científicos deberían ser los que llevasen las riendas del mundo pues el conocimiento científico es el único que ha permitido hacer la vida de todos más cómoda, más divertida, más prometedora en todos los aspectos. La única esperanza que tiene la humanidad de sobrevivir a sí misma es la ciencia, no la dirección de empresas, el periodismo, las leyes o la economía.