Anoche ví la película “Más allá de la vida”. Por la tarde estuvimos viendo algunos trailers por internet para intentar decidir qué película nos llamaba más la atención. Hacía tiempo que no íbamos al cine ni estábamos pendientes de la cartelera, así que no teníamos predisposición por ver ninguna película en particular; es más, incluso estábamos un poco apáticos y no estaba claro que ninguna nos fuese a llamar la atención especialmente, sin embargo el trailer de Más allá de la vida fue el segundo que vimos e inmediatamente lo tuvimos claro.
Así que fuimos. No pasaron ni quince minutos y la película ya nos había sorprendido, tensado, emocionado y puesto la piel de gallina. Las historias contadas son todas sencillas, llenas de esa realidad que abofetea y que te impulsa a seguir adelante.
Hacia la mitad de la película ya se podía decir que sin duda la estábamos disfrutando, excepto quizá por las palomitas: si vas al cine a verla, no te compres palomitas pues es una película muy tranquila, llena de silencios agradables, necesarios, que se ven rotos por el crujir de un popcorn que no viene a cuento.
Durante algunos momentos parece que pierde velocidad, sin embargo nunca deja de avanzar, como la vida, a veces un poco más despacio y a veces un poco más rápido, sin dejar que lo trascendental haga mella en lo cotidiano y el final es redondo, ¿tal vez algo previsible?, sí, es posible, pero no por ello deja de ser fantástico, tierno, emocionante.
Salimos encantados del cine, pensativos y alegres, porque a pesar de que el tema es la muerte, se intenta cambiar la concepción que tenemos de la misma, convirtiéndola del acto trágico y oscuro que nos viene impuesto por la cultura en la que estamos embebidos, en un cambio de estado maravilloso lleno de posibilidades.
Algo está ocurriendo, una nueva consciencia está despertando. Lo sé porque hay películas como esta, técnicamente perfectas y aún mejor en todo lo demás. Un diez sobre diez.