No soy homosexual, pero hoy me siento más gay que nunca. Hoy he leído en elpais.com, publico.es y adn.es que los organizadores de la ya tradicional Marcha del Orgullo Gay madrileña han retirado la invitación que habían hecho a la asociación de gays israelí para que participara en dicha marcha debido a que dicha asociación se ha negado a condenar el asalto a la Flota de la Libertad. Además del motivo ideológico para retirar dicha invitación, también hay un motivo práctico detrás, y es el hecho de que la carroza con la que iba a participar este país podría correr riesgos de seguridad debido a su postura, riesgos que la organización no está dispuesta a asumir.
En palabras del presidente de la federación de gays madrileña
no podemos ser un griupo que defiende sólo su parcelita. Cuando se trata de una violación de los derechos humanos como la que ha cometido el ejército de Israel con su atauqe a la flotilla, en el que han muerto nueve personas que también son activistas de los derechos humanos como nosotros, no podemos transigir.
La parte más importante y acertada de esta declaración a mi juicio es “han muerto nueve personas que también son activistas de los derechos humanos como nosotros”.
Por su parte, el responsable de de turismo israelí declaró desde Tel Aviv
¿Por qué deberíamos condenar el asalto? Nuestra organización es una organización de defensa de los derechos humanos. Defendemos los derechos de la comunidad gay y lesbiana y los eventos de Madrid son para defender esos derechos, y no otros. Por eso no hay ninguna razón por lo que no debamos formar parte de ello.
Evidentemente la parte más importante y contradictoria de esta declaración, también a mi juicio, es “Nuestra organización es una organización de defensa de los derechos humanos”. La contradicción cae por su propio peso y habla por sí sola.
La lección que han dado los gays madrileños al resto de la sociedad es ejemplar.