En resumen, la noticia es que el PSOE de Benidorm se ha aliado con un tránsfuga del PP para echar al PP de la alcaldía, convirtiéndose todos los políticos que han participado en la iniciativa, también en tránsfugas. Toda la clase política pone el grito en el cielo. ¿Por qué?. Ante todo somos personas, ciudadanos, y tenemos criterio y opinión. Si trabajamos en una empresa en la que en principio estamos a gusto con nuestro trabajo y no entra en conflicto con nuestros ideales, pero de un momento a otro todo cambia, empiezas a estar a disgusto, ves cosas que no te parecen bien, y ves que no puedes hacer nada desde dentro y tienes la posibilidad de irte a una empresa mejor, ¿por qué no irte?. El pacto antitransfuguismo coarta la libertad individual de los concejales; es como si cuando te contratan en una empresa te obligasen a firmar una cláusula por la que renuncias a irte de la misma de por vida.
El término tránsfuga no debería existir, y mucho menos tener carácter despectivo. En la mayoría de los casos está justificado y en el caso de Benidorm, por lo que he leído, lo está. Antes que el partido al que pertenecen están las personas que les han votado. No debería vérseles como malvados traidores, sino como personas valientes que se atreven a denunciar y a actuar en consecuencia aun yendo contra su propio partido. ¿O es que el partido es intocable?. La única lealtad que debe prevalecer es la lealtad hacia uno mismo.
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